Las ciudades son organismos vivos, tienen: Sistema respiratorio, las zonas verdes y los árboles son sus pulmones; digestivo, ingieren de nuestra energía y desechan, por eso las plantas tratamiento de residuos; tienen su corazón que se ensancha con las artes, la música, el convivio, los encuentros. Tienen un fundamental sistema circulatorio, venas que se pueden comparar con las calles y avenidas, incluso los caminos.
Como todos los seres vivos las ciudades que no se cuidan se enferman y en vez de morir, tienen agonías largas, largas, largas que su ciudadanía sufre eternamente.
Nuestra ciudad Cancún tiene arteriosclerosis, definida como: condición en la que una sustancia pegajosa llamada placa se acumula en el interior de las arterias.
En nuestro caso la sustancia pegajosa llamada placa, es de taxi y se ha acumulado de tal manera en las arterias que los conatos de aneurisma de aorta e infartos al miocardio, como el del día 23 de enero nos ponen en máxima alerta.
El tema, como todos los de salud tiene su origen, y enojarse con la situación, maldecir y querer enviar a la cárcel a todos, como hoy se hace en las redes, es inútil. Hay que entender cómo llegamos a esa condición y sus peligros.
El centro del problema es que en Quintana Roo hablamos de transporte público, pero realmente no hay, todo el transporte es privado y por tanto los particulares ponen sus rutas, sus precios y condiciones e incluso como ahora, quieren resolver quién circula y quién no por las calles. Porque se les ha permitido creer que son dueños de ellas.
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Si una concesionaria no quiere entrar a una región, pues no entra y que la población de ellas se amuele y pague taxi, y los taxis cobran lo que quieren sin tener una tarifa y sin ser molestados con el pétalo de un taxímetro.
Las llamadas rutas pueden subir amontonados a los que quieran, ir a la velocidad que se les antoje, pasar o no pasar, subir o no subir a las personas y algo muy grave, cobran en efectivo así que no hay manera de fiscalización y con ello hay una discrecionalidad muy peligrosa en el mundo del dinero en efectivo.
La discusión si entra o no otra línea privada de servicio de transporte no es el centro de la discusión sino, si el servicio transporte debe ser como ahora, privado con los resultados que tenemos enfrente, o si podemos entrar a la madurez una ciudad como todas las del mundo y tener un transporte público-público en verdad, que ponga en el centro el servicio a la ciudadanía para que salga, trabaje, estudie , disfrute, y regrese de manera rápida, eficiente, segura.
El embotellamiento como el mencionado podría hacernos reflexionar sobre demandar al estado el impulso de un transporte público-público, antes que nos dé un infarto al miocardio y nos deje pensando lo que debimos haber hecho.
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