Me impactó mucho ver en redes sociales, un video en el que un pequeño de escasos 4 años de edad carga y descarga un rifle con la agilidad de un soldado, mientras una mujer -que deduzco, es su mamá o alguien cercano- se lo aplaude. Su difusión se debe al reciente tiroteo en una escuela primaria de Texas, Estados Unidos, en la que fueron asesinados 19 niños y dos adultos por un joven de 18 años, utilizando un rifle de asalto semiautomático, que compró en una tienda de autoservicio.
El doloroso suceso revivió la polémica entre quienes piden endurecer la legislación que permite a civiles, adquirir armas de fuego, y los que sostienen que poseer un arma para defenderse es un derecho constitucional. Esta última idea es promovida por quienes defienden intereses económicos. El gobierno estadounidense informó que la fabricación de armas de fuego pasó de 3.9 a 11.3 millones de unidades en el 2020 y se han importado 71 millones de armas en los últimos 22 años. Adicionalmente, tan solo en 2021, la policía incautó 19,344 armas de fabricación casera; 10 veces más que las identificadas en 2016.
No existe registro de cuantos norteamericanos han usado un arma para supuestamente defenderse; pero es irrefutable que en lo que va del año, ha habido 213 tiroteos masivos -son los que involucran a más de 4 víctimas, así se les clasifica- y se estima que el 30 porciento de estadounidenses, posee un arma de fuego.
Hoy, la mayoría está a favor de un control de armas más estricto, y ojalá que el Congreso lo haga, porque sí siguieran la insensata opinión de quienes sugieren que en las escuelas los maestros deberían de estar armados para defender a los alumnos, acabarían, como dijo Mahatma Gandhi: Ojo por ojo y todos terminaremos tuertos o ciegos.
Me despido de ustedes y les invito a seguirme en Twitter @Cristinalcayaga
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